James MacGregor Burns decía que los “líderes impactan no sólo a corto, sino a mediano y a largo plazo en la vida de las personas afectadas por su acción directiva”, esto precisa la gran responsabilidad que el líder tiene consigo mismo y por ende, con la sociedad a la cual pertenece.
Sin embargo, este politólogo e historiador americano del siglo pasado, se hubiera desilusionado al ver que en esta centuria la persona que es capaz de ejercer influencia dentro de la colectividad no trabaja por el bien común. Pero, esta afirmación sería una generalización apresurada, si no citara ejemplos: adolescentes de no más de 25 años hacen de las nuevas tecnologías una “máquina de reproducción de masas”, donde hacer cualquier estulticia es pagada con millones o, practicar retos en multitud se vuelve tendencia; asesinos, violadores, narcotraficantes, pedófilos y ladrones, se ubican en las más altas posiciones políticas y son llamados senadores, congresistas y políticos, olvidando todos sus crímenes; por otro lado, hombres que no se creen hombres, mujeres que dicen ser hombres y “del mismo modo en el sentido contrario” o, seres humanos que no saben ni qué son, educan a nuestros niños, enseñándoles como imposición que esa, es la “nueva normalidad” (y no me refiero al uso del tapabocas o guardar distancia); o, que por medio de la “caja boba” y los medios sociales, se manipule para que usando el principio de simplificación y del enemigo único, se vulgarice la información para transponer valores.
Ahora bien, bajo la situación actual que estamos pasando, es de resaltar el papel de nuestros gobernantes, quienes como líderes han tenido el deber de encaminar nuestro país económica, social, política y culturalmente sabiendo el reto inesperado que a todos nos ha afectado, la Covid- 19. Sin embargo, mientras el barco se hunde, ellos siguen sacando con sus cubetas, agua a ver a quién le cae encima para echar culpas y lavarse las manos y quedar como un verdadero líder o, se suben al primer crucero “full resort” que va pasando en medio de esa marea para poder descansar y meditar… ¡"Barco a la capa, marinero a la hamaca!"
Vamos a las cifras, según el Observatorio de Salud de Bogotá, la capital tiene 445,5 casos activos de Covid-19 por cada 100.000 habitantes y una tasa de mortalidad en hombres de 157,7 por cada 100.000 y en mujeres 80,1 por cada 100.000. Por otro lado, al comparar Bogotá con Miami, Nueva York, Madrid y las principales ciudades de América latina, la capital de Colombia ocupa el quinto lugar según el número de casos por millón de habitantes (60.842 casos). Es más, hace no más dos días, Bogotá inició año con terribles noticias pues se reportaron 6.244 nuevos casos y la ocupación en las UCI llegó al 81%. Incluso, el mismo Luis Ernesto Gómez (alcalde encargado de la capital) afirmó que “enero va a ser un mes difícil en materia de covid- 19”.
Bajo esta información, cabe analizar si el poder cambia realmente a las personas o solo revela lo que realmente son, haciendo claridad que una cosa es el poder y otra la autoridad. Para saberlo, pido que volvamos a “nuestro barco que se está hundiendo”, ¡fuego fatuo y sur soplando, el tiempo va empeorando! Todos los días (desde hace un año) a todos sus pasajeros los están atracando, los asesinan por querer salvaguardar sus pertenencias y, duermen en las tablas rotas que se están quemando y, por las que deben pasar a diario hasta llegar uno a uno al bauprés, porque consideran que es mejor saltar del navío, que hundirse con él.
Aquí, hago una salvedad, es normal que el capitán haya decidido retirarse cuando el barco se hunde, porque como ser humano (y más con la pandemia) siente cansancio, temor, desespero y estrés. Pero, es que el capitán es capitán porque sobre él recae el peso de orientar las velas para que todos como pasajeros lleguemos a salvo al puerto. Sin embargo, cuando se trata de los demás, el capitán ahí si arma berrinche por una ausencia, por una “silla vacía” que dejó otro líder.
Así pues, considero que es mejor que el capitán hubiera cedido su cargo y se fuera de oficial de máquinas, sobrecargo, marinero o se hubiera quedado en la tripulación, porque si algo puedo decirles es que un líder se mide en los momentos más difíciles y del trabajo que pueda realizar en conjunto y aquí, ni lo uno, ni lo otro… ¡EL BARCO SE NOS HUNDIÓ!