Vivimos épocas sombrías, épocas de incertidumbre y desasosiego, épocas donde la maldad impera y la alteración de los valores es pan de cada día; las repercusiones de lo anterior son enormes y los afectados directamente somos nosotros, los ciudadanos, los trabajadores, las familias, en términos generales: los colombianos.
Estamos en tiempos donde la democracia fue secuestrada por las mafias y carteles politiqueros que sin pena han transformado la vocación de servicio en un mercado persa donde se transan ideas por intereses comerciales y personales, degenerando a cada segundo esta noble vocación de servir que es la política. Todos los días encontramos noticias y comentarios de como la corrupción ha hecho metástasis en cada estamento público y privado y de cómo este cáncer que se encuentra en etapa terminal pone en estado agonizante a nuestra nación, todo bajo nuestras narices y sin hacer nada.
Estas mafias políticas y económicas están concentradas en que su negocio ilícito crezca a pasos agigantados sin importar las repercusiones que esto pueda tener en Colombia. Son estos organismos paralelos los que propenden por un sistema organizacional inservible para el país (político y económico) que lo único que garantiza es su permanencia en el poder y que las personas, todos los colombianos, dependamos de ellos como si fueran nuestro soporte vital, alimentando cada día la pobreza, la inseguridad, la miseria y demás condiciones que son propicias para su anclaje en las esferas del control.
Cada día que pasa perdemos terreno y los antivalores ganan más espacio, eso es algo que por ningún motivo podemos seguir permitiendo ya que es nuestro futuro, el de nuestros hijos y el de las generaciones venideras el que está en juego. Todas nuestras tareas y nuestros esfuerzos deben estar enfocados en retomar las buenas prácticas, los buenos valores, en retomar el trabajo, la dignidad y la unión bajo una sola bandera, la bandera colombiana, esa que inspira confianza y ese sentido patriótico que tanto nos hace falta.
Lo expuesto anteriormente lo podemos resumir en una frase: EL ESPÍRITU NACIONAL SE HA IDO, ese sentimiento de pertenencia y amor por lo nuestro, el sentirse a salvo y protegido, la confianza en nuestras instituciones y representantes ha desaparecido por completo y la única forma de recuperarlo es uniéndonos. Uniéndonos para retomar los valores perdidos, uniéndonos para recuperar la justicia y la seguridad, uniéndonos para recuperar a Colombia.
No podemos desfallecer y juntos venceremos esta enfermedad que tanto daño nos ha hecho.