
Como es de común conocimiento, las FARC cuentan desde hace varios años con un brazo político clandestino, el PCCC (Partido Comunista Clandestino Colombiano). Dicho brazo político ha sido el encargado de ejecutar acciones criminales en las principales ciudades del país. Una de las jugadas de las FARC en el Acuerdo de la Habana, fue no comprometerse a delatar y desmovilizar a dicho brazo político. Con esta jugada, aseguraron su presencia y control de algunas zonas en la clandestinidad, de las ciudades más grandes del país.
Igual sucede con el frente Antonio Nariño, comandado por alias Carlos Antonio Lozada, y con presencia en las zonas urbanas del país. De hecho, este frente tuvo una alta injerencia en el atentado al Club el Nogal de hace algunos años. Si bien alias Lozada hoy es congresista y supuestamente está comprometido con la paz, jamás ha delatado, ni entregado a los hombres del mencionado frente, manteniendo el control que, al igual que el PCCC, tiene en las zonas urbanas.
En últimas, la violencia que hoy vive el Sumapaz, tiene 2 responsables directos. Por una parte, Claudia López y su administración, que han deteriorado significativamente la seguridad en Bogotá. Por otro lado, los cabecillas FARC, que siendo fieles a su estrategia de la combinación de todas las formas de luchas, han dejado intactos a los miembros de sus estructuras urbanas, luego del nefasto acuerdo de La Habana. Mientras López siga al mando de la ciudad y los colombianos sigamos haciéndole el juego a las FARC, la violencia en la Capital continuará.
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