En Colombia, el primer medio de comunicación oficial no fue el periódico, ni la televisión, fue la voz, representada en el Pregonero, como “presencia humana que comunica”. En 1785 la Gazeta de Santafé, fundada por Manuel del Socorro Rodríguez, surgió como producto de las muchas revoluciones a nivel mundial que cambiaron las formas de comunicación. Aquí, el primer periodista neogranadino, el señor Rodríguez, vendió sus ideas y postura política, generando así venta de impresos, pero más importante que ello, gestando un desarrollo en las maneras de analizar, pensar y criticar de la “gente del común” a las élites o en general a las situaciones sociales destacadas del día a día.
En consecuencia, esta nueva sociedad surgiría en un mundo donde la materia prima es la información. Florecen así, herramientas como las editoriales y las columnas de opinión donde se muestra la crítica, los respecto a un tema. Transversal a esto, se encuentra la opinión pública, como instrumento que ayuda a conocer los aspectos importantes de la vida social y política de los hombres, ya que a través de esta se pueden integrar los pensamientos de quienes componen la sociedad pluricultural. Al presente, esta herramienta se apoya en grandes empresas que financian completamente las mentes humanas para que sus ideas se vendan plasmadas en los diferentes medios sociales, tomando así un valor de uso.
Ciertamente, dentro de la esfera de la opinión pública, herramientas como las ya mencionadas, crean dentro de los distintos sectores de la sociedad, (en base a la información que esta a diario proporciona) juicios y argumentaciones mayoritariamente ad hominem, como resultado de la proliferación de información que actualmente existe.
En suma, en el periodismo contemporáneo, información, opinión y valor social están unidos, tanto como un matrimonio, por una razón fundamental: la evolución de los medios de comunicación hace que entre los mismos, la cercanía aumente, pero al igual que en un matrimonio, trae diversos problemas. El primero de ellos, que al tener mecanismos para criticar las noticias que se producen diariamente, se genera desesperadamente la búsqueda de inmediatez, creando un desfase de la realidad y, segundo, “el mayor apostador creará la empresa más grande” y tendrá pleno control social, pasando de tener individuos prosumidores a una masa unificada.
Considero que la objetividad debe convertirse en una constante, más aún cuando herramientas como los editoriales, tratan de explicar o juzgar un hecho de la actualidad o, las columnas de opinión, en donde se expondrá una postura. Pero ¿cómo lograrlo? Contraste fuentes, consulte cifras, lea posiciones contrarias, desempolve libros… Tómese su tiempo, la meta en la carrera por el conocimiento la pone usted. Por otro lado, y siendo optimista, los medios de comunicación de masa deben empezar a hacer un tratado neutral de la información, donde los periodistas generen opiniones argumentadas, tengan claridad en los conceptos y no se dejen sesgar por su gatekeeper. La racionalidad ostensible detrás de esta separación estará en la necesidad de apelar a la mayor cantidad de personas que entiendan que para garantizar un buen matrimonio, la información tiene que ser consultada cuidadosamente, la opinión no debe tener falacias argumentativas y, el valor social será la motivación diaria de construcción mediática. Aclarando que para los que somos profesionales, el código deontológico debe ir en el dedo anular de la mano izquierda.