Mientras 2.045 militares de nuestras Fuerzas Armadas fueron acogidos a la JEP, no tienen derecho a votar ni a participar en política aunque ya hayan sido relevados de sus cargos. Por otro lado, 13.023 ex miembros de la antigua guerrilla terrorista pueden formar partidos,llegar a las alcaldías, a los concejos y hacer proselitismo. Eso sí, pueden hacerlo sin necesidad que prioricen la reparación a las víctimas.
Las Farc, ahora convertidas en partido político, no tuvieron algún castigo social ni pasaron un solo día de cárcel, tanto así que inscribieron para asambleas departamentales con 18 candidatos, para alcaldías municipales se tuvieron 16 inscritos y para concejos municipales las listas del partido Farc aumentan de manera significativa con 249 inscritos.
¿Cuántas curules ocuparon nuestros miembros a pesar de sus errores aunque estén en la JEP? Ninguno. Mientras las Farc de las 16 alcaldías que participaron, consiguieron una en el Cauca y en Turbaco. Esta última por el ex guerrillero Julián Conrado quien perteneció al bloque Caribe. Pero sus crímenes por reclutamiento ilícito de menores, desplazamiento forzado y narcotráfico quedaron sin reparación para sus víctimas.
Mientras los miembros de nuestras Fuerzas Armadas están aportando a la verdad, estos 2045 hombres no se les permite ni votar aunque ya no estén vinculados, caso tal como el del general Jaime Uscátegui quien no pudo votar por sus dos hijos en las elecciones legislativas y regionales.
Una reflexión en que los máximos comandantes de las Farc tienen poder político y ocupan escaños en el Congreso, mientras los ex comandantes de las Fuerzas Militares de Colombia que están en la JEP les mantienen la inhabilidad para ejercer cargos públicos y para votar.
Con esto no busco hacerle apología al crimen cometido durante el conflicto, sólo que se entienda que hay desigualdad de condiciones para los actores de esta guerra en que los que más salieron premiados no fueron las víctimas: fueron las Farc.
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