La nueva izquierda

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En los últimos años se ha podido observar como la izquierda ha ido mutando en distintas formas a las naturales de su modus operandi, logrando así la llegada a sectores donde no tenía cabida, esta estrategia ha generado que la lucha pase, en su mayoría, al sector cultural facilitando una ola ideológica nunca antes vista.

Tras la caída de la URSS, considerada como la utopía socialista, se generaron cambios en la cosmovisión y en la estructura interna de los académicos de la izquierda, los cuales plantearon diversos problemas que percibían en las bases marxistas donde expresan en resumidas palabras, que las revoluciones deben ser violentas y tienen que cumplir unas etapas estrictas para poder llegar a lo que este autor denomina como comunismo. Como dato curioso, Marx plantea que la burguesía también es una clase revolucionaria que genera un cambio en el modelo feudal al desbancar el feudalismo y ser reemplazado por la burguesía.

El filósofo italiano Antonio Gramsci, sentó las bases para el postmarxismo dándole un aspecto cultural a la lucha de clases, planteando que la violencia como camino a la revolución no es viable y que la lucha debe ser desde un aspecto cultural, esto quiere decir, que se debe lograr una hegemonía cultural donde la lucha se desarrolle entre cosmovisiones del mundo basadas en las clases sociales, así, la izquierda transformó su actuar y pasó de una guerra subversiva a una cultural, cambiaron los fusiles por votos y a los “obreros oprimidos” por mentes marginales y grupos “excluidos”, camuflando su lucha bajo “nobles ideales” fáciles de vender  ante una población ávida de reivindicación. Un caldo de cultivo perfecto para las nuevas formas de lucha social plasmadas por Antonio Gramsci y luego materializadas por los postmarxistas argentinos Ernesto Laclau y Chantal Mouffe en el manifiesto postmarxista, escrito por ellos.

Parte de la culpa de esta camuflada proliferación cultural con una base notable de izquierda es la misma comunidad anticomunista, que despreocupados y victoriosos por la caída de la URSS pensaron que a raíz de este acontecimiento los ideales de Marx habían terminado su existencia, pero nunca contaron con las organizaciones paralelas que existían antes de la URSS y que siguen existiendo en la actualidad,  por el contrario se dedicaron, en su mayoría, a la burocracia y descuidaron la producción intelectual y cultural, dejando un vacío que fue llenado temerariamente por el postmarxismo.

Lo anterior, representa un peligro para la democracia, la institucionalidad y la comunidad, debemos ser firmes con nuestros argumentos para poder combatir esta ola cultural que ha invertido los polos morales y éticos, haciendo parecer que lo malo es bueno y que lo bueno es malo, generalizando algunos errores cometidos por individuos en representación del Estado por lo cual planean la desaparición de la figura a la cual representan, desconfigurando así los fines estatales y consecuentemente generando caos y anarquía social con miras políticas bajo falsas consignas de ser la mejor opción para la sociedad frente a estos impases que a pesar de la existencia de entes de control son inevitables.

 

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