No tiene el pelo arreglado y tampoco usa el bigote. Usa gafas, su pelo es medio largo-rizado y medio calvo, no es austriaco, sino colombiano. Físicamente tiene poco en común con Adolfo Hitler, pero en sus biografías hay ciertas coincidencias. Ambos se alzaron en armas contra un Estado democrático, ambos pagaron condenas de cárcel. Pero más similitudes hay aún en su forma de hacer política, si bien la versión colombiana cuenta con menos poder de convencimiento.
Ser historiador ha sido una gran ventaja a la hora de analizar los acontecimientos políticos de la época contemporánea porque facilita reconocer las relaciones que existen entre diferentes factores. En este caso concreto, permite llegar a respuestas similares para explicar el éxito del nazismo en Alemania durante los años treinta del siglo pasado y el ascenso del populismo chavista en la Colombia de hoy.
En el año 1933 llega Adolfo Hitler a la cancillería de Alemania por la vía libre-electoral. Lo que pasó luego culminó en el peor desastre en la historia de la humanidad: Establecimiento de una dictadura sangrienta, holocausto, Segunda Guerra Mundial.
¿Pero que causó la victoria electoral de Hitler? Esa pregunta se deja resumir generalmente con estas palabras: democracia débil, propaganda masiva, desigualdad social, incertidumbre económica, desconfianza general en partido de gobierno, discurso nacionalista en un país traumatizado por la derrota en la Primera Guerra Mundial (Tratado de Versalles), creación de un culto de persona (“Führerkult”).
Hagámonos ahora la pregunta, con cuántos de esos factores en común contó Venezuela a finales de la década de los noventa y con cuántos cuenta la Colombia del año 2020. Encontraremos que prácticamente compartimos cada uno de los factores que explican la victoria de Hitler.
Si bien aquí no hemos sido derrotados en una guerra por fuerzas externas, no sería falso afirmar que el pueblo colombiano está siendo derrotado desde mucho tiempo por el narcotráfico y sus líderes de la narco-oligarquía. El Estado no ha sido capaz de frenar a los grandes oligarcas de la droga, sino todo lo contrario. Ellos se han fortalecido hasta tal punto de imponer en muchas ocasiones su voluntad amenazando y/o sobornando una corrupta clase política.
Para nadie es un secreto que Colombia cuenta con tremenda desigualdad social, incertidumbre económico y desconfianza en la tradicional clase política. Las preguntas que surges ahora son: ¿Quién asume el papel del “Führer” o Hitler colombiano? ¿Cuál es su mensaje? ¿Quiénes son sus seguidores y sus aliados?
El Hitler Colombiano es, sin dudas, un personaje que ya hizo parte de la élite política desde que llegó al cargo de la alcaldía de Bogotá. Con una pequeña diferencia… es más fácil de reemplazar que Hitler porque en fin se trata de un títere de aquellos actores que lo financian. Sus votos, al contrario de Hitler, no se basan principalmente en la opinión, sino probablemente en la compra de los mismos.
Sus seguidores reales suelen ser personas con poca educación en temas políticos y económicos que se dejan seducir por el discurso atractivo, pero barato de un demagogo profesional. Sus aliados son las FARC, Juan Manuel Santos y otros personajes criminales de la política nacional. Su mensaje es simple, pero efectivo: “Prometo ser la alternativa a la clase política tradicional del país.” Algo que puede ser hasta cierto, pero será una alternativa aún más desastrosa.
El pueblo colombiano tiene aún el gran privilegio de aprender de las historias oscuras de otras naciones para evitar que esas tragedias se repiten en el país del Sagrado Corazón. ¡Oremos por Colombia!