La derecha en Colombia ha sido víctima de los liderazgos flojos y de los jefes que han perdido la voluntad de ganar, que se encargan de manera sistemática de enterrar los proyectos políticos de los verdaderos líderes de la doctrina; Bolívar señalo en 1828 al dirigirse al arzobispo de Caracas que:
“Hay muchos empeñados en tramar conspiraciones y en destruir la patria;(y) es preciso que haya muchos más dispuestos a sostener al gobierno y a salvar el orden, desvirtuando el poder de las tramas y las maquinaciones parricidas”,
En otras palabras, hay que evitar que silencien de forma sistemática a aquellos líderes que amenazan la parcela electoral de los -jefes transaccionales-, como por ejemplo de esos que pactaron la paz en la Habana y de aquellos que capitularon cuando ganaron el plebiscito y que al día de hoy en un nuevo gobierno no ajustan el rumbo del país y que guardan silencio ante ese golpe de estado pactado con criminales.
Es una realidad que nos obliga a ir a las cosas, porque parece como si la “derecha” hubiese sido infiltrada por el enemigo.
Es por eso que el militante de derecha esta huérfano, ya que sus jefes son incapaces de distinguir entre la doctrina conservadora de derecha y la ideología comunista o liberal, o lo que es peor; son -líderes transaccionales-, o cómplices, pues se dejan maltratar por el gobierno de turno y se mueren de miedo de asumir posiciones claras. Seamos francos, prefieren los despojos que dejan algunos cadáveres insepultos a defender los verdaderos valores de la derecha.
Por eso es necesario que Colombia tenga un partido político nuevo. “La derecha” no puede seguir acéfala, sin líderes comprometidos, y es urgente que no se arrodillen, que no se acostumbren a andar de gancho con los enemigos de la familia natural, de la tradición, de la propiedad, y el libre mercado.
La “nueva derecha” está obligada a acatar la premisa que Chesterton acuño con gran precisión en —All Things Considered- al decir: “Lo correcto es lo correcto, aunque no lo haga nadie. Lo que está mal está mal, aunque todo el mundo se equivoque al respecto”. Es decir: tienen prohibido capitular.
Entre otras cosas y siendo claros, los verdaderos jefes de derecha han sido condenados al ostracismo por los lideres transaccionales que: “dicen ser de derecha”, pero lo cierto es que el verdadero “país republicano”, no puede continuar en manos de aquellos que lo único que han hecho es ocuparse de lo suyo y no en crear un partido con contenido político, no es bueno ni sano continuar con líderes que prefieren el lienzo y la buena mesa, a dar una buena pelea.
Es necesario volcar nuestras miradas a personas serias, comprometidas capaces como Rafael Nieto Loaiza, Eduardo Pizano de Narváez o un Miguel Gómez Martínez entre muchos otros, porque llego el momento de que la verdadera opinión conservadora, la derecha sin partido y los desconsolados del Centro Democrático busquen su cauce natural, frente a la opinión pública, porque no es sano para nadie que en una democracia existan líderes que se dedicaron de manera profesional a reclutar a una franja de los que llaman indecisos sin importar su orientación política y así no son las cosas.
Por eso es urgente que aparezca en el escenario político más temprano que tarde un verdadero partido de derecha con líderes y militantes que tengan ideas claras, carácter para tomar la “decisión política correcta” y no someterse a lo políticamente correcto en los términos de Chesterton, porque es urgente lo majestuoso, lo fuerte, lo desmedido, lo polémico y batallador en la política colombiana, ya que hacer lo correcto merece ese tipo de carácter y ese es talante.