Hace unos meses el tweet del expresidente Uribe sobre los “buenos muertos” desató un escándalo nacional. Ahora, en medio de la tardía indignación colectiva por el asesinato de nuestros líderes sociales, los contradictores del expresidente no creen que haya buenos muertos, pero por lo menos dan a entender que sí hay asesinatos peores que otros.
En estadística existe un principio básico que debe ser seguido en cualquier análisis causal: correlación no implica causalidad. Esto significa, básicamente, que aunque dos hechos sucedan al mismo tiempo, esto no implica que uno sea la causa del otro.
En una de las famosas charlas TedTalks sobre el tema, Ionica Smeets(1) comienza su discurso advirtiendo la amenaza que representa el helado, pues los datos muestran que cuando aumenta el consumo de helado, también lo hace la cantidad de personas ahogadas y, por tanto, el consumo de helado causa que la gente se ahogue.
Nuestro sentido común nos hace dudar inmediatamente –y con razón–. El motivo del aumento de ahogamientos y el consumo de helados es el verano. Cuando hace calor las personas van más a playas y ríos al tiempo que consumen más helados, incrementando la probabilidad de que alguien se ahogue o compre un helado.
Sin embargo, el sentido común no suele ser tan claro en otros casos. Esto es precisamente lo que le ocurre a la campaña de la Colombia Humana, en cabeza del excandidato Gustavo Petro, cuando reducen el vil asesinato de nuestros líderes sociales a una persecución a miembros de esta campaña.
Dejémoslo claro de una vez: a nuestros líderes no los están matando por haber sido parte de la Colombia Humana. Basta con observar dos hechos.
En primer lugar, decir que la persecución política es el motivo del asesinato sistemático de líderes sociales es desconocer que los perpetradores provienen de grupos armados ilegales de ideologías diversas: ELN, EPL, bandas criminales y disidencias de las FARC. En un estudio hecho por Indepaz se muestra que los líderes sociales masacrados trabajaban en contra de intereses del narcotráfico y la minería ilegal, no necesariamente por su militancia partidista.
En segundo lugar, es mucho más probable que el aumento de asesinatos sean la consecuencia indeseada de la lucha por el vacío de poder dejado por las FARC desde la desmovilización. De acuerdo con investigadores de la Universidad del Rosario y de Columbia University(2), el aumento de asesinatos en dichos territorios es mayor en municipios con poca presencia estatal y sistemas judiciales ineficientes. Ello sugiere que el Estado colombiano no ocupó el hueco que dejó a los demás actores del conflicto la firma de los Acuerdo de la Habana.
Nadie está negando que los líderes sociales en este país tienden a sentirse más identificados por causas progresistas encarnadas en la izquierda política. No obstante, debemos quitarnos esa idea de que las causas sociales solo pueden ser representadas desde allí, como si preocuparse por lo humano de la política fuera un imposible para los demás; como si los muertos fueran solo suyos.
Querer adjudicarse la condición de víctima exclusiva envía dos mensajes:
El primero, directo y revictimizante, que el trabajo de nuestros líderes solo importa en función de su corriente política. Esto es darle la espalda a las víctimas y sus familias, ocultando una labor que, en muchos casos, lleva más tiempo que las aspiraciones presidenciales de Gustavo Petro.
El segundo, solapado, que aquí, aunque no hay buenas muertes, sí hay peores muertos. Si esta es la propuesta: ¿qué tan humana puede ser esa Colombia?
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1. https://www.youtube.com/watch?v=8B271L3NtAw
2. Killing Social Leaders for Territorial Control: The Unintended Consequences of Peace, https://poseidon01.ssrn.com/delivery.php?ID=175031100004092100078121116088100002127084029081049078120117102110125030069029071071102061063097020028117125089124095068127122024026024023001026096093066118064017108001011067119000123090002112083127095080088003087090097103018111001066010090028022013021&EXT=pdf
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