
En un zulo, como se llama generalmente a las habitaciones subterráneas que se utilizan para esconder a alguien o a algo, estuvo secuestrado por ETA durante 532 días, José Antonio Ortega, funcionario de prisiones del gobierno español entre 1996 y 1997.
La organización terroristal ETA enterró en vida en un espacio de 2,2 metros de ancho por 1,80 metros de alto al funcionario, espacio donde se podía poner completamente en pie solamente en el centro.
Estas inhumanas prácticas desarrolladas por el grupo criminal no se comparan con la dimensión de los llamados “Campos de concentración” utilizados por las FARC para mantener a sus secuestrados.
De acuerdo al General en retiro de la Policía Nacional, Luis Herlindo Mendieta, las FARC replicaron los campos de concentración utilizados por los Nazis.
Textualmente, el general expresó en una entrevista a la agencia EFE que:
"Las garitas donde se ubicaban los vigilantes eran también similares a los campos de concentración"
"En las jaulas (...) teníamos que dormir amontonados […] A veces, la cadena le quedaba a uno supremamente apretada y no le permitía comer o respirar. En las noches, para dormir era muy difícil. Muchas veces me dormía de lado y me quedaba sin oxígeno, me despertaba con pesadillas y sobresaltado pero al despertar y tener la claridad de que estaba vivo sentía que medio cuerpo estaba paralizado".
El cruel relato continúa expresando textualmente que:
"Toda la mitad del cuerpo se paralizaba, sentir el hormigueo en el cerebro, en la cara es una sensación extremadamente dramática porque uno pensaba que iba a terminar la existencia".
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