En esta columna no voy a tomar partido ni mucho menos a ponerme a pontificar sobre un hecho que ha sido trillado mil veces en estos días, como es las acusaciones de las presuntas obstrucciones y presiones a la justicia de los congresistas Uribe vélez y Álvaro Hernán Prada; ni tampoco con la tibia respuesta del Nuevo Gobierno ante estos hechos y la decisión que no se sabe si será efectiva o reversada de la renuncia del líder natural del Centro Democrático a su escaño en el Senado, siendo el congresista más votado del país.
No, aunque soy uribista independiente, evaluando los aportes positivos indiscutibles a la entrada de la Nación en el concierto internacional y la estabilidad interna, no puedo desconocer ni engañarme, de que en la praxis, su partido en la Primera Legislatura de vida dejó mucho que desear en representatividad, combatividad y en una agenda seria de país fuera de egos y pugnas internas del sancocho ideológico interno, lo que llevó al fracaso electoral con sabor a tercera princesa en las elecciones regionales de 2015.
El desmadre de violencia y decepción está pasando tanto por parte de los fanáticos de Gustavo Petro, como de los duquistas barra brava de las redes sociales a la calle. Hace dos días fuí agredido por dos personas petristas en frente del Museo Nacional en el centro de Bogotá. ¿Qué me piden que hiciera? ¿Doy mi vida por un partido que me dejó sin trabajo, dignidad y que no tuvo ni siquiera consideración al debido proceso conmigo? Yo soy católico, pero no idiota. No voy a poner las mejillas -ya pocas por el hambre- para que me las pateen y me rompan el tabique.
Pero, como hay que pensar en país, hay que pensar en qué es bueno y que es inconveniente para la sociedad colombiana, para eso es el control ciudadano político. Y el reciente pronunciamiento del Senador Ernesto Macías, Presidente actual del Senado de la República, que no ha dejado de ser blanco de las burlas, calumnias y parodias a las espaldas hechas por los grandes medios de comunicación e incluso por parte de la corte de aúlicos que creen que por derecho "divino" las Unidades de Trabajo Legislativo "les pertenencen". (El senador debería averiguar quién desde la oficina del Presidente Uribe se inventó el término "maciadas" para referirse a tonterías...si yo fuera el Senador, creame que no toleraría enemigos a mis espaldas).
Incoherencias, corrupción, intromisión extranjera en las comunicaciones y trabajo de la inteligencia militar y policial colombiana son apenas la cuota inicial de una telaraña de montajes, mentiras y conspiraciones, donde sacar a Álvaro Uribe Vélez del juego político es una opción para continuar el juego y maniobras de alguien. ¿De quién? El tiempo lo dirá...pero este es un muy mal precedente para los derechos ciudadanos.
Esperemos que después que Juan Manuel Santos Calderón salga del Palacio de Nariño y haga entrega de la Banda Presidencial sea juzgado por su causalidad en muchos crímenes y delitos de corrupción en ocho años.
¡Ojalá que alguien con cerebro nos oiga al Presidente del Senado y a nosotros! ¡Que Dios nos ayude!
@armesto1989
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