El efecto Bolsonaro: neomarxismo, violencia e impunidad

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Colombia es un país donde desde el punto de vista jurídico y de derechos fundamentales tiene las siguientes dos categorías: 1. Es un país con un altísimo grado de impunidad frente a los delitos. Según cifras del antropólogo e investigador de la Universidad del Rosario Esteban Cruz, a razón de cada diez años en Colombia son descubiertos y condenados mínimo de uno a tres asesinos en serie, siendo el resto cubiertos por el manto del anonimato. Muchas personas dirán "Y si esto es así, ¿por qué hay hacinamiento en las cárceles?". Sencillo, muchas de las detenciones son preventivas dentro de un proceso judicial, que dada la congestión y lentitud de la Rama y su funcionamiento pueden durar años y mantener privados de la libertad a personas que ni siquiera han tenido sentencia judicial en firme e incluso acusación formal. Sumémosle la cantidad de personas inocentes que cumplen condenas enteras y después cuando se sabe el error, encabezan las listas más comunes de demandas contra el Estado. Podríamos incluso hablar de la vetusta estructura carcelaria, pero eso sería tema para otro artículo posterior. 2. Aquí en nuestro bello suelo patrio, en lo que tiene que ver con la salud y la Rama Judicial, vale quien tenga más medios económicos para pagar. Por esa razón, los crímenes de indigentes, drogadictos y enfermos mentales poco o nada le importan al sistema judicial, salvo si dichas personas son familiares o amigos de alguna persona influyente en el poder económico y político nacional. El ataque del día de ayer contra el candidato patriota e institucional a la Presidencia de Brasil Jair Bolsonaro, es solamente la muestra de lo que en principio pueden hacer las personas que son enagenadas por las matrices de odio y las fabricaciones artificiales de enemigos internos o externos típicas de los totalitarismos y dictaduras tan amañadas en nuestro continente, aunque hoy en día con disfraz democrático y de izquierdas. Esa frase del fundador de la cienciología Ron Hubbard -aclaro, no tengo simpatía alguna con esa organización- de que "el comunismo es una enefermadad mental", es una realidad cuando uno es víctima del odio al que pueden llegar los enagenados. En varias ocasiones del pasado reciente de mi vida, por mi activismo concreto en la Universidad Distrital en favor de los valores fundamentales he sido víctima de intentos de linchamiento, acuchillamiento y golpizas de las que a Dios gracias he logrado escapar por mi cierta agilidad de conocer bien los edificios públicos -sin contar chismes, calumnias y agresiones verbales y físicas a lo largo de los años-. Pero irónicamente un empleado uribista fanático del ex senador Alfredo Ramos Maya me iba a golpear en pleno recinto del Edificio Nuevo del Congreso por una columna en la que se sintió aludido en la responsabilidad de las falsas acusaciones contra el ex senador mencionado en los Panamá Papers en enero de 2016. Cretinos y violentos los hay en todos los lados y todas las orillas. El Derecho es supuestamente el camino para evitar la barbarie, y según la interpretación de Montesquie en su libro "El espíritu de las Leyes" la mayor muestra de civilización del Estado moderno, y para los estudiosos de la Grecia Antigua, el proceso judicial como la superación simbólica y fáctica de la venganza como mecanismo autónomo y primitivo de justicia. Pero todo esto, al igual que mucho del idealismo alrededor del Estado Social de Derecho y la Economía Social de Mercado de la Constitución de 1991 se quedan en buenos deseos, excusas para todo, incluso para quienes la redactaron y violentan sucesivamente como el Senador y ex alcalde de Bogotá Gustavo Petro. El problema de lo anterior, es que en el caso de Colombia, estamos en una sin salida, en la que por ventura no se encuentra Brasil. La criminalidad, la corrupción y el mal manejo de las finanzas públicas necesita soluciones fuertes y en eso, aunque por diferentes razones une a todo el espectro político brasileño. En nuestro país, hubo una unión cuando se propuso en campaña la Asamblea Nacional Constituyente para revocar los Acuerdos FARC-Santos y de paso el Régimen del 91, pero nunca se realizó, la única oportunidad democrática que fue la Consulta Anticorrupción quedó en unas leyes inanes y la calumnia de los fanáticos contra el proceso electoral. Aquí ni siquiera sabemos que queremos, porque lo hemos perdido casi todo. Digo Casi, porque aún quedan los comicios regionales de 2019 y de Juntas de Acción Comunal de 2020, en esos comicios, nosotros el bando institucional y patriótico,-lo que llaman algunos "derechas" y otros "centro derechas" con cierto aire de asco-, debemos demostrarnos a nosotros mismos unidad, coherencia y fuerza contra el matoneo físico y virtual; tener programas conectados a la comunidad sin fanatismos, clasismos ni sectarismo -como dijo Álvaro Gómez: "no existen intermediarios entre el pueblo y nosotros porque nosotros somos el pueblo"- en un movimiento ciudadano independiente, pluripartidista y multipartidista -dentro del rango lógico de acuerdos en favor de los valores institucionales y fundamentales del país organizados en el sistema democrático. Falta ver si alguien da el primer paso de hacer país, comunidad y valores públicos sin depender del partido del Nuevo Gobierno ni de intereses mezquinos, sectarios y confesionales. Y ojalá Brasil con la victoria de Bolsonaro como Presidente retorne a la normalidad los veinte años de convulsiones de este continente abandonado de Dios y del sentido común. **************************************************************************************************************************************************** RECOMENDADA: la columna de los amigos del Blog País Bizarro, con análisis fuertes y a veces crudos, pero que despiertan la conciencia nacional, este último ensayo es una crítica a las clases privilegiadas, la izquierda y el sistema universitario colombiano. Este es el enlace: http://paisbizarro.blogspot.com/ @armesto1989
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