El estoicismo como forma de vida nació en la antigua Grecia alrededor del 301, fundada por Zenon de Citio (336 a.C) poco a poco fue ganando adeptos como Epícteto, Séneca y el emperador Marco Aurelio, entre otros. La doctrina estoica sobre las cosas adiaphora, es para mí el legado que hemos aplicado de gran manera la ética en la vida moderna; se puede estar de acuerdo con ello primordialmente en que los estados o sucesos como la vida, la salud o la enfermedad, la riqueza o la pobreza, la fama o la ignominia, no son los factores que deciden si somos buenos como sujetos libres también en sentido moral, como lo mencionó Rhonheimer.
Por tanto, estos pensadores perseguían además la virtud como aspiración que constituye el saber, la rectitud de carácter y la praxis dentro de la vida misma. Para poder llegar a alcanzarla se debía superar el Stoa, entendido como las cosas que no conducen a esta aspiración máxima (la virtud), la constituyen diferentes estados adiafónicos, es decir irrelevantes como la fama o la muerte y en general todo aquello que se apartara de ella, como lo afirma Séneca “no haré nada para obtener el favor de la opinión pública, y todo por la conciencia: siempre que actúe en soledad, creeré que los ojos del pueblo Romano pesan sobre mi”.
De manera contemporánea y sin mutar, la adiaphora se puede ver en relación con formas de vida como el budismo, en donde guiados por Siddharta Gautama (Buda), se encontraban el tránsito de la vida en la aceptación del sufrimiento, como los estoicos aceptaban que todo existía de manera determinada, pues, dependía de nosotros la diferencia de cómo aceptábamos cada acontecimiento.
Ahora bien, Bauman (2002), hace puntuación sobre la indiferencia, a lo que llama insensibilidad o ceguera moral ¿Indiferencia a qué? Al dolor, por ejemplo, una apatia no solo a los estados adiafónicos sino a los hombres. Lo que nos lleva a aterrizar esta cuestión ética en la actualidad a las redes sociales, en relación con la búsqueda constante de aceptación, fama o popularidad, guiados por la influencia directa de la publicidad y el consumo.
En conclusión, para encontrar una forma de vida correcta y éticamente equilibrada, la manera más adecuada como ya he puntualizado no solamente es tomar elementos de los estoicos como la adiaphora, sino hacer un equilibrio en esta sociedad del cansancio, guiados por la consciencia de que en realidad el hombre vive como un agente en un mundo de personas y cosas en relación con los que se constituyen diversas actitudes, intenciones, actos de elección, acciones y, en donde por consiguiente el ser bueno que adquiere el hombre, se hará a través del actuar.