Este país está fragmentado. Para nadie es un secreto. Los cuatro partidos políticos más antiguos están en una crisis. Conservatismo sin vocación de poder, sin relevo generacional y siendo el partido de los ministerios y el poder de turno; liberalismo siendo un partido que representa todo y nada de lo que originalmente tiene implicito en sus venas de sedición, codicia y fundamentalismo ateo y materialista: mi partido, la Alianza Social Independiente-ASI con candidaturas de otros bandos impuestas y sacando a flote su existencia después del viacrucis de su Convención en enero y al haber depurado la Cámara de un poco ilustre representante que ferió al departamento de Guainía y la Unión Patriotica, que pese a estar activa en política desde 2012, sin representación en el Congreso y con las FARC siendo partido en esta polocromía izquierdista no se sabe que le sucederá.
Esto es peligroso no solamente por poner en peligro la representatividad de las partes de la historia y el pensamiento social colombiano, ya hemos visto como pese a la reforma electoral de 2012, se logro controlar el desborde de las microempresas electorales mal llamadas "movimientos y partidos políticos" que llegaron a ser en 2006 casi 70. Ahora tenemos cerca de 23 partidos con representación en el Congreso y personería jurídica, que tenemos ahora basados en personalismos, y falsos compendios políticamente correctos y en últimas no representan nada, no proponen nada ni son la voz de nadie. Por eso, los partidos son las organizaciones con menos credibilidad en la sociedad colombiana en cada encuesta que sale.
En este peligro, que populistas que han demostrado su sectarismo, incompetencia administrativa y sesgo como Petro o Piedad Córdoba; o una izquierda caviar para mantener los privilegios de las burguesías regionales acomodadas que han saqueado y bloqueado la economía de mercado: gente como Ivan Duque, Claudia López, Sergio Fajardo, cumplen perfectamente ese perfil de "político tropipop". Pero en medio del inconformismo, donde hay 35 candidatos por firmas a la Presidencia y otros mas por partidos como precandidatos, generan que toda sarta de ideologías que varían desde todos los olores, colores y sabores del marxismo; pero también el revivir vertientes de liberalismo económico extremista -tuvieron candidato a la alcaldía de Bogotá en 2015-, y el resurgir de simpatizantes del nazismo, del fascismo y de todo tipo de locuras que interpretan el nacionalismo católico o nacionalismo socialista en todos sus sabores y olores. No voy a profundizar en estas ideologías, porque no es mi interés. Solamente creo que Colombia necesita recuperar su memoria, salir del abismo que está y por supuesto, no es ni Marx, ni Mises ni Mussollini algo que represente un porvenir para todos los colombianos.
Algunos disidentes extremistas, dicen que el Centro Democrático debe perder las elecciones. Siempre he expresado que es una disidencia controlada del régimen estatal, pero hay un mandato ciudadano que dio vida en 2014 a este partido, y debe cumplir ese mandato, y la reelección de los congresistas implica revivir ese mandato. Grandes talantes y talentos deben regresar, la improvisación de los egos y movimientos sin futuro no debe opacar la legitimidad. La disidencia y el desierto deben ser llevados con honor, como lo hicieron los profetas bíblicos.
@armesto1989
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