¿Ahora entienden por qué dijimos que NO?

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Han pasado cinco años desde que se firmaron los acuerdos de paz en la Habana y como un oráculo perfecto, como una predicción exacta, se han ido cumpliendo nuestros vaticinios uno a uno, esos mismos que nos sirvieron de razón para apoyar el NO y por las que dijimos que ese proceso de paz, era un fraude y una excusa personalizada para un jefe de estado con propósitos narcisistas.

Dijimos que NO, por razones muy lógicas:

La primera porque la negociación era con una congregación criminal cómo lo son las FARC, las cuales desde el gobierno anterior estaban controladas, reducidas y desarmadas, pues los mecanismos de dicho gobierno  en materia de justicia, judicialización y negociación habían sido un 80% efectivos y siendo sensatos  no se necesitaba acuerdo de paz;  ya veníamos disfrutando de una tranquilidad y de un espacio cívico, e idóneo para poder desarrollarnos como nación y crecer.

Sabíamos que los grupos terroristas como son las FARC, deben ser combatidos de frente y con contundencia no con pañitos de agua tibia.

Los grupos al margen de la ley, están compuestos en su mayoría por personas con inclinaciones y arraigos emocionales y mentales muy difíciles de normalizar; son personas con una tendencia reincidente al delito y a todo lo que represente ir en contra de la norma, ir en contra de lo correcto e ir en contra de lo normal y con este tipo de personas no se puede negociar, porque el que ha sido nunca dejará de ser.

Otra razón por la que decíamos NO a los acuerdos de paz de Juan Manuel Santos, era porque el gasto que representaban para la nación era absurdo y sobrepasó todos los límites del presupuesto con el cual se contaba, aparte fueron el inicio de una crisis económica y un hueco fiscal que se vería representado en un retroceso económico para el país, reflejado en menos oportunidades, mas corrupción, más impuestos, mas necesidad,  más desempleo y más inflación.

 Dijimos que NO, porque era un gasto innecesario en torno a un propósito fabulesco, porque todos sabemos que la paz verdadera no existe sino en los cuentos de hadas y en las películas de ciencia ficción; el mundo y los gobiernos pueden encontrar algo que se acerque mucho a la paz y Colombia ya había probado las mieles de la tranquilidad y de los derechos respetados y las garantías protegidas en un gran porcentaje.

Habíamos dicho que NO porque sabíamos qué hacer un acuerdo con un grupo terrorista era darle alas a la impunidad y entrada a la delincuencia dentro del sistema político; dijimos  NO, por qué negociar con asesinos es poner a todo un país al mismo nivel de ellos y eso es injusto, así le duela a la oposición; en Colombia hay demasiada gente de bien.

Habíamos dicho que NO porque sabíamos que una vez la guerrilla en el congreso, en las cortes y en las instituciones del estado, se anclarían y difícilmente podría ser  removida, predisponiendo la sociedad a una iniciativa revolucionaria qué lesionaría la sociedad;   sabíamos que un tratado de paz con una guerrilla ya reducida y arrinconada serviría solo para revivirla,  empoderarla y restaurar su capacidad terrorista de nuevo y aún con más fuerza...

Habíamos dicho que NO porque somos conscientes de que las personas que cometen delitos de lesa humanidad o han sido judicializados no tienen derecho a participar en cargos políticos ni públicos y mucho menos ser gobernantes .

Habíamos dicho que NO porque sería difícil de volver al estado inicial en qué quedamos tras la seguridad democrática y sabíamos que en cualquier momento coyuntural o crítico se juntarían dos catástrofes sociales, como las de orden público y económicas y nuestro país estaría en peligro de colapsar y de caer en manos del castrochavismo.

Y sí señores como oráculos perfectos, con una predicción detallada,  no nos equivocamos y así fueron las cosas, porque Juan Manuel Santos violó las normas constitucionales pisoteando el derecho a la democracia participativa de cada alma colombiana y atropellándonos de la manera más ruin y fraudulenta, para hacer posible la materialización de un acuerdo ilícito por encima de una mayoría poblacional que dijo NO.

Hoy día estamos pagando las consecuencias de la arbitrariedad del  PEOR PRESIDENTE QUE TUVO Y TENDRA COLOMBIA pues gracias a su soberbia, efectivamente la guerrilla se empoderó  y no sólo las FARC, también se han revivido viejas guerrillas como el m19, la unión patriótica, hasta han surgido nuevos grupos terroristas y ahí estamos con ese flagelo que tiene a los jóvenes en un marco de distorsión psicológica tenaz, que los está llevando a salirse de cualquier patrón cívico, humano y social que les propenda garantías para un futuro.

Aquí estamos con el hueco fiscal más inaudito ante el cual ningún gobierno sobreviniente puede superar fácilmente, cualquier mandatario va a cargar un gran peso, por más que se esfuerce en salvar la economía.

Aquí estamos con las guerrillas urbanas sintiéndose las dueñas de las ciudades y protegidas por gobernantes guerrilleros e incentivados por congresistas, de sucios antecedentes, de ausencia total de principios y escasa inteligencia; aquí estamos con el país destrozado económicamente, empresarialmente quebrado con la infraestructura debilitada y la sociedad de bien sí señores suplicando a gritos que alguien haga algo.

hemos retrocedido casi 25 años, a la situación de los años 90’s e inicios del 2000 sin poder andar libremente por nuestro país, porque podemos ser secuestrados, atracados o asesinados; aquí estamos sin saber, quiénes de tantos con los que nos cruzamos están armados o pertenecen a alguna célula urbana que trabaje para el terrorismo.

Aquí estamos mirando cómo destituir  alcaldes amorales y antiéticos que tienen las principales ciudades del país hechas un desastre,  aquí estamos mirando como pedimos ayuda internacional, por qué nuestro sistema judicial está siendo manipulado por togas amañadas a la oposición y  con antecedentes de insurgencia…

Aquí estamos con el país hecho una miseria después de un tratado de Juan Manuel Santos, el cual sabíamos que iba a significar toda esta desgracia y retroceso después de que Álvaro Uribe Vélez se lo entregó viable, seguro e internacionalizado…

 ¡Y habíamos dicho que no!.

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