Parece que hubiera sido ayer que el expresidente Juan Manuel Santos decidió firmar un Acuerdo con las Farc, pero no, ya se completaron cinco años. Algunos colombianos seguimos indignados porque la impunidad, la violencia y la burla de este grupo criminal sigue como si a nada se hubieran sometido, otros, como Santos y Timochenko hacen un brindis con cerveza “por la paz”.
Basta no más observar las declaraciones de los guerrilleros (hoy senadores) de Comunes: Griselda Lobo Silva afirmó que “los secuestrados tenían sus comodidades, su camita y cambuche”, cuando estos en realidad eran las cadenas que amarraban su cuerpo, dormir en el piso así lloviera o hiciera un sol infernal, no comer, ser fusilados o violados, entre otras acciones violadoras de cualquier Derecho Humano. Por su parte Rodrigo Granda dijo que “los secuestrados trabajaban cuando estaban aburridos, no por obligación” ¡cuánto cinismo, cuánta infamia!
Y bueno, uno espera que la JEP, el organismo encargado de juzgar este tipo de acciones tome medidas frente a estas burlas pero lo que hace es ampararlos, otro de los “aciertos” del Acuerdo, darle impunidad a los criminales que lo firmaron.
Ahora bien, tenemos que rescatar que en estos años otra consecuencia grave que nos ha dejado el pacto de Santos ha sido la destrucción de nuestra historia. Algunos jóvenes que no han conocido la historia, se han atrevido con ignorancia y total manipulación a “comer entero” pues, ven al policía y al soldado como el asesino, desconocen la realidad económica del país y hasta se adhieren al organismo adoctrinante: Fecode.
Preocupa por otro lado que, en el exterior desconozcan la realidad del país pues, muchos extranjeros celebran que se firmó la paz ¿y las disidencias, los atentados contra civiles y miembros de la Fuerza Pública, las víctimas que no han sido reparadas o, los guerrilleros que tenemos ahora como líderes? De eso se ha hablado, pero no se ha mostrado la realidad. Igual, no los culpo, esa lucha social se ha ido fortaleciendo con la ignorancia colectiva.
Sinceramente me da pena seguir tocando este tema, porque ya se convirtió en el pan diario de algunos colombianos, quienes sumergidos dentro de un eterno retorno, normalizaron el crimen y le hacen fiesta a la impunidad. Me da vergüenza presentar a algunos guerrilleros bajo el nombre de “defensores de derechos humanos”, es un oprobio maltratar a quienes a diario se ponen las botas para defendernos, no hay pudor cuando llamamos líderes a quienes desangraron nuestra amada patria… En conclusión estos cinco años del Acuerdo se constituyeron en una deshonra para Colombia.