No entraré en detalles sobre las múltiples atrocidades y mentiras con las que usa los exiguos recursos económicos de funcionamiento del Partido Conservador la rosca que ha implantado el señor Hernán Andrade como presidente de la colectividad para desgracia de la política colombiana. A través de estas páginas y acompañadas de algunas acciones políticas y jurídicas en el transcurso de esta semana, realizaré la crónica de las "hazañas" delictivas de sus amigotes contra el bello departamento del Huila y contra nuestra amada ciudad de Bogotá -corrupción en la Universidad Distrital entre otros-. Pero es el punto de partida para realizar un análisis de que deberían ser el ejercicio político de las derechas colombianas, que debe reorientarse a volver la cara al pueblo. Es decir, buscar el porvenir en el pasado.
¿Cómo así? Sencillo, hoy en la recolección de firmas para la candidatura de Alejandro Ordoñez en la localidad de Kennedy de Bogotá, un vendedor ambulante de esquina cercana al estadio de Techo, me dijo que faltaba contactos de los candidatos con la calle, con la sociedad y el pueblo de a pie, acompañados de criticas y lugares comunes contra la clase política que muchos hemos pensado y dicho en ocasiones diversas de la vida. La vida y mi paso por el Parlamento me ha enseñado a no juzgar ni a hablar desde el saber doxa -la mera opinión con un nombre sofisticado dado por Platón-, sino desde el conocimiento, la lectura, la experiencia propia y el escuchar los saberes y experiencias de los otros con el fin de aprender y observar las falencias. Si existe esa apertura mental, y en el caso de los que en esta generacion juvenil y adulta joven ejercerán la política y la administración pública deberían tener.
Podríamos entrar a las enciclicas papales sobre el trabajo, a la historia, pero lo más lógica es apelar a la lógica, y desde aquí, a las campañas presidenciales y precandidaturas que honestamente están con las derechas y las personas decentes que no quieren llegar a la cubanización y venezolanización de Colombia, a que por un momento dejemos de pensar en nosotros y SIN PODER NI PROMESAS HAGAMOS ALGO POR LOS DEMÁS. La economía solidaria, el agrarismo, la industria de la administración y alimentos es un paso para organizar a las comunidades no en torno a una visión resentida y miserablista como llamaría Alvaro Gómez Hurtado a ese asistencialismo y pobreza espiritual sembrada por los 12 años que gobernó el remedo de comunismo colombiano a Bogotá -y que quiere volver a través de diversas argucias leguleyas y delincuenciales-. Don Hernando, el vendedor del principio de la columna, tuviera una cooperativa, una empresa que le genere empleo a el y sus compañeros de ventas, donde sin discriminarse su edad, ni su origen pueda llegar a tener prosperidad general para el y los suyos. Ver a esas gentes sencillas de Kennedy feliz, sería algo grande para mí, tal vez, más que vivir en la Licorera de Boyacá o tener una jefa modelo. Eso sería una revolución real social.
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RECOMENDACIÓN: Un gran amigo, Juan Sebastian Camelo García, publicó en el portal Las2Orillas su más reciente columnas sobre los mitos de la reforma agraria y la restitución de tierras. Si les interesa pueden visitar el siguiente link: https://www.las2orillas.co/la-cuestion-agraria/
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