El próximo 6 de Diciembre, Venezuela celebrará elecciones parlamentarias, las primeras en tres lustros que presentan verdaderas posibilidades de triunfo para el sector opositor. Las encuestadoras de mejor reputación en el país definen un escenario triunfante para la oposición y una voluntad mayoritaria del electorado a ejercer lo que se conoce como el “voto castigo” , es decir, la expresión del descontento popular con las condiciones económicas y sociales existentes.
El próximo 6 de Diciembre, Venezuela celebrará elecciones parlamentarias, las primeras en tres lustros que presentan verdaderas posibilidades de triunfo para el sector opositor. Las encuestadoras de mejor reputación en el país definen un escenario triunfante para la oposición y una voluntad mayoritaria del electorado a ejercer lo que se conoce como el “voto castigo” , es decir, la expresión del descontento popular con las condiciones económicas y sociales existentes.
Las cifras oscilan entre un17% y un 25% de ventaja para los opositores, sin embargo, debido a la historia reciente de los comicios en Venezuela, se espera que más cerca a la fecha de las elecciones, pueda surgir desde el oficialismo alguna estrategia efectista o populista que encienda nuevamente el entusiasmo de sus simpatizantes y altere de alguna manera estas distancias numéricas, como de hecho ha ocurrido en el pasado. No obstante, el reciente cierre de la frontera con Colombia, fue interpretado por buena parte de la población como una de esas medidas efectistas concebidas para desviar el debate de los problemas que afectan gravemente la seguridad, la alimentación, la salud y la paz de la ciudadanía. Debido a esos problemas fundamentales, la estrategia en la frontera no resultó ni eficaz, ni convincente. Todo lo cual indica una pérdida de confianza en el gobierno.
Ante este panorama, los partidos de oposición se preparan con optimismo a cambiar la composición de las fuerzas políticas en el país y a cambiar lo que ha sido su historia reciente. Anticipando un período de Transición para darle un nuevo cauce a la democracia, sin violencia, han presentado una Agenda de cambios en lo político, lo económico, y lo relativo a la emergencia social y la atención a los sectores más vulnerables de la población.
A sabiendas de que esa Transición enfrentará riesgos, turbulencias y acechanzas de diverso orden, se han trazado ya un camino que implica diferentes metas específicas a lograr: En lo político-institucional, se trata de restituir las libertades conculcadas, la soberanía y el Estado de Derecho. Restableciendo la vigencia plena de las instituciones, reconquistando el derecho efectivo a la libertad expresión y el derecho del ciudadano a informarse. Igualmente se proponen rescatar la autonomía de de los órganos del Poder Público, restituir plenamente la descentralización, realizar elecciones presidenciales libres y transparentes, así como abrir un proceso de despolarización política y reconciliación nacional.
El cambio de rumbo implica igualmente atender con carácter prioritario la emergencia social, lo que lleva a restablecer en un cortísimo plazo la provisión normal de alimentos y otros bienes de consumo básicos, corregir las fallas de los servicios públicos, garantizar que sean cubiertas las necesidades de de salud en todos los sectores, y enfrentar en calidad de emergencia la seguridad ciudadana.
En la maltrecha economía, las prioridades estarían en recuperar la capacidad operativa de PDVSA y elevar significativamente la producción de la industria petrolera, insertar a nuevamente a Venezuela en los circuitos financieros internacionales, desacelerar el proceso inflacionario actual, modificar la política cambiaria y desmontar la maraña de controles que ahoga actualmente la economía.
Especialmente los jóvenes ciudadanos, miembros o no de los partidos políticos, están listos para rehacer su historia, a pesar de las voces comedidas de algunos personeros que recomiendan prudencia. Algunos piensan que aunque la oposición ciertamente gane, el triunfo podría ser relativo, y las fuerzas opositoras tendrán que movilizar a sus seguidores para convertir ese triunfo electoral en verdadera victoria. Sería el inicio de una nueva lucha que todavía tomará tiempo para lograr el cambio de rumbo del país. La razón de la prudencia podría estar en el conocimiento de las argucias que ha implantado el oficialismo para restar fuerza y poder a los triunfos de la oposición en el pasado. Como la de los circuitos electorales, donde se le otorgaba mayor número de diputados a los circuitos donde se sabía que predominaban electores oficialistas. Aun así el previsible triunfo electoral de la oposición, hace que el país gane, ya que manda un mensaje clave al oficialismo, a las fuerzas armadas y al Mundo en general, de que un cambio se aproxima.
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