A pesar de haber recibido multimillonarios contratos del gobierno nacional, convirtiéndose en el mayor aparato de propaganda de las FARC y Juan Manuel Santos, la revista SEMANA afronta una crisis económica y empresarial sin antecedentes. En medio de las discusiones sobre el futuro de la revista, han comenzado a surgir responsabilidades sobre la verdadera situación del medio, así como el nombre de los responsables del profundo hundimiento de esta.
A pesar de haber recibido multimillonarios contratos del gobierno nacional, convirtiéndose en el mayor aparato de propaganda de las FARC y Juan Manuel Santos, la revista SEMANA afronta una crisis económica y empresarial sin antecedentes. En medio de las discusiones sobre el futuro de la revista, han comenzado a surgir responsabilidades sobre la verdadera situación del medio, así como el nombre de los responsables del profundo hundimiento de esta.
Ante los hechos, saltan inmediatamente como protagonistas de su caída, los periodistas de izquierda que durante años le impusieron a Colombia los comunicados de presidencia. Entre ellos, principalmente, el director de la Revista, Alejandro Santos Rubino, y los periodistas de opinión de izquierda Daniel Coronell, Daniel Samper y María Jimena Duzan.
El mayor activo de un medio de comunicación desde siempre, ha sido la credibilidad. Con el activismo periodístico de la revista semana encabezado por Coronell, Samper, Duzan y Santos, las publicaciones de la revista SEMANA, con el tiempo, se convirtieron en panfletos propagandísticos contra el Uribismo, al punto de comprar la oposición política del País con las FARC o los Paramilitares.
Tales desaciertos en materia de objetividad, llevaron con el paso de los años a que la revista perdiese su capacidad de interpretar con ecuanimidad la realidad nacional, convirtiéndose en un organismo más de medios que facilito el tránsito de las FARC a la impunidad mientras recibida contratos dirigidos desde la “Fundación SEMANA” por la esposa del polémico humorista Daniel Samper Ospina.
En concreto, durante años, la revista dirigida por el sobrino del presidente Juan Manuel Santos, pasó de convertirse en un medio especializado en política, a representar uno de los mayores contratistas con el gobierno Santos, mientras sus artículos de opinión y encabezados satanizaban a la ciudadanía indignada por los beneficios recibidos por las FARC.
La revista, con ello, se pasó tacita y expresamente al lado del secretariado del grupo narcotraficante, llegando incluso a invitar a reconocidos criminales perseguidos por la Fiscalía y el Departamento de Estado a transmisiones de sus programas como el llamado “Semana en VIVO”, lo que normalizó la imposición de los acuerdos secretos entre el presidente Santos y las FARC en Cuba, y por ende, el dominio territorial de las bandas narcotraficantes en Colombia.
Un reciente análisis del investigador y autor del portal Las2Orillas, Fabio Arévalo, titulado “El desplome de SEMANA”, describe en detalle la caída del proyecto editorial de la Revista SEMANA, así como sus causas y preocupante situación competitiva actual. En su concepto:

“En Colombia por años, medios tradicionales como El Tiempo, El Espectador, Semana y otros regionales (El País, El Colombiano, etc.) y canales de TV como Caracol y RCN se convirtieron en las ‘vacas sagradas’ del periodismo con un ego y soberbia que no cabían en sus edificios. Tenían poder para incidir en trascendentes decisiones políticas del país convertidos en emporios ligados a los partidos tradicionales. Lo positivo es que estos anacrónicos medios han perdido poder y deben competir con las nuevas tendencias, al menos en Internet. Un campo donde se juega en la posmodernidad (…) El ejemplo más significativo es Semana con su medio digital. En el gobierno anterior disfrutó de la cercanía con las mieles del poder al tener su director nada menos que ‘tío presidente’. En los afanes para conseguir recursos por cuenta de una inevitable crisis, deciden cobrar para leer. Algo inaudito en un medio de regular calidad, demasiado político (poco independiente), tradicionalista y sensacionalista. Ya es mucho leerlo gratis, lo cual deberían agradecer. No midieron las consecuencias al tomarse ínfulas de grandeza y cobrar para visitarlos”.
Así las cosas, la falta de credibilidad de la Revista, sumada a su marcadamente ideológica línea editorial, habrían permitido con los años el surgimiento y posicionamiento de proyectos editoriales de menor tamaño, pero con mayor consistencia, apertura y objetividad en sus análisis.
Como si fuera poco, la reciente decisión de la revista de cobrar por sus contenidos, en contra de las expectativas, ha jugado en contra de esta. En concreto, la escaza fidelización de sus contenidos en redes sociales y la inexistencia de una comunidad que se deje manipular por sus columnistas, ha llevado a que la influencia de sus artículos, junto con su tráfico, decaiga aceleradamente.
Con los beneficios extra constitucionales otorgados por Santos al grupo narcotraficante FARC, el daño político y cultural ocasionado por la Revista SEMANA habría al parecer llegado a su fin. La indignada ciudadanía Colombiana, sin embargo, no está del todo satisfecha con la millonaria propaganda electoral encabezada por la dirección del sobrino del presidente. Por ende, se puede considerar, que los meses por venir pueden no solo ser los más aciagos para la revista, sino los que terminen de perfeccionar su árida credibilidad. De esta manera, la revista se convertiría, en un ejercicio de gimnasia mental, en otro medio áulico del gobierno de turno, tal y como sucedió con Juan Manuel Santos.
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