El reciente rechazo del grupo narcotraficante FARC de expulsar a alias “Iván Márquez” de su “partido político” sin ninguna reacción del presidente Iván Duque, y la reciente reunión de Iván Duque con los cabecillas del secretariado de las FARC en Palacio, comprueban a la perfección que Colombia tiene un Narcoestado implementado de facto.
El reciente rechazo del grupo narcotraficante FARC de expulsar a alias “Iván Márquez” de su “partido político” sin ninguna reacción del presidente Iván Duque, y la reciente reunión de Iván Duque con los cabecillas del secretariado de las FARC en Palacio, comprueban a la perfección que Colombia tiene un Narcoestado implementado de facto.
En estos momentos, dadas las circunstancias, la situación del país es extremadamente delicada, y pone al presidente y al antiguo partido de oposición, a rendir cuentas directas al secretariado del grupo narcotraficante, mientras este, en el caso de Iván Márquez, continua su articulación política con miembros fugados en la ilegalidad. El grado de cinisimo y anomia que se configura en Colombia, está consignado en las declaraciones del mismo grupo narcotraficante FARC con ocasión de sus voceros. En concreto, la "exterrorista" alias "Victoria Sandino" expresó:
"Pero eso no significa que haya salido del partido porque tampoco ha expresado esa decisión (...) Aquí no se ha hablado de expulsión y mucho menos, yo creo que es un proceso de discusión. Este proceso de reincorporación a la vida política no es fácil, y sabemos lo que está ocurriendo con 'Iván' y los temas de seguridad y los montajes que se han venido haciendo desde la Fiscalía y la justicia norteamericana y eso es muy delicada"

Para rematar, la reciente solicitud escrita a dos manos formulada entre Iván Duque y el grupo terrorista FARC, pidiendo a la ONU su permanencia por al menos “un año más” en el territorio, con el fin de “asegurar los acuerdos de paz”, plantea una contundente derrota del estado colombiano, y una marginación de los electores del país que en su mayoría rechazaron el denominado plebiscito en las urnas, y eligieron a Iván Duque como presidente constitucional de Colombia.
La configuración del Narcoestado se perfecciona con la articulación en la legalidad e ilegalidad, del Cartel Narcotraficante de las FARC dentro del estado colombiano, y de todo el aparato del estado colombiano protegiendo la supuesta legalidad del secretariado de las FARC en el Congreso de la Republica, financiando sus actividades proselitistas, permitiendo la existencia de unidad ideológica del denominado “Partido de las FARC” con el grupo narcotraficante, articulando con las FARC peticiones a la ONU, callando ante la evidente fuga de numerosos miembros del secretariado, y en general, tolerando todas y cada una de las demandas impuestas por el Cartel narcotraficante en la impunidad.

Como si fuera poco, hasta la fecha, la popularidad del mandatario Iván Duque ha venido deteriorándose aceleradamente, al presidente se lo ve extraviado, marginado de las demandas profundas de la población, incapaz de articular un plan efectivo contra el narcotráfico, cogobernando con la cúpula militar de Juan Manuel Santos, asignando en el gobierno antiguos funcionarios del gobierno de Santos, recibiendo con algarabía al presidente (no electo) de España, Pedro Sánchez, quien es a su vez mano derecha del activista radical Pablo Iglesias, invitando a las FARC para hablar de corrupción, cediendo ante el ELN y silenciando sus actividades para la erradicación de los narco cultivos.
La reciente decisión del grupo narcotraficante FARC en la legalidad, de decidir no revelar el paradero de los terroristas de alias “El Paisa”, “Iván Marquez” y “Romaña”, ni expulsarlos del “Partido”, finalmente, viene a cerrar con unidad de criterio la radical anarquía institucional del gobierno Duque, desarticulado y ausente del Congreso de la Republica, mientras sonríe en cámaras y continua haciendo viajes por el territorio mientras su popularidad entra en crisis.

Hoy, desde la legalidad y la ilegalidad, las FARC continúan con el poder territorial de sus antiguas zonas de cultivo, presionan al gobierno nacional para elevar conjuntamente peticiones a la ONU, se codean con el Congreso de la República, tienden puentes con el régimen narco totalitario de Venezuela, se pasean por la ciudad Capital en lujosas camionetas, son invitadas a Palacio para hablar con el resto de bancadas, y atesoran íntimamente su continuo plan de alcanzar el poder mediante “todas las formas de lucha”.
En concreto, más que en ninguna otra época en la historia, con un régimen dictatorial fronterizo que intimida al resto de gobernantes en la región, y con las FARC más influyentes políticamente en la historia, Colombia hace entrada oficial a la categoría de Narcoestado.
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