“Y la culpa no era mía, ni dónde estaba, ni cómo vestía”, quizás usted ha escuchado esta letra desde el año pasado, si no es así, le cuento que hace parte de una canción que repiten alrededor del mundo las llamadas feministas, no de la primera ola en la Revolución Francesa durante el siglo XVIII (feminismo ilustrado), sino más bien de la segunda ola, comprendida entre el siglo XIX (feminismo marxista) y, la tercera ola, correspondiente a la mitad del siglo XX, hasta el presente (feminismo “neomarxista” o radical).
La Real Academia Española (RAE) define al feminismo como “el principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre, así como el movimiento que lucha por la realización efectiva en todos los órdenes del feminismo”, Maria Moliner lo considera como una doctrina encaminada a conseguir la igualdad. Y, finalmente Simone de Beauvoir lo considera como “un modo de vivir individualmente y de luchas colectivamente”. ¿Qué tienen en común estas posturas? Señalan una radicalidad basada en el supremacismo, resentimiento y evidente pertenencia a la ideología de género.
Considero que la científica Maria Curie, la soprano María Callas o la princesa Diana de Gales no tuvieron la necesidad de mostrar sus pechos, dejar de lado su feminidad (características propias de la mujer que la diferencian de un hombre) o pordebajear a la mujer misma con sus acciones por considerarse “feministas”, hicieron mediante sus acciones historia, y, no precisamente por dejarse pelos en sus axilas, ser vulgares, considerar al amor como algo puramente material o querer igualar al hombre dentro de una sociedad de manera física, moral, espiritual e intelectual; aclaro que las últimas tres características se pueden discutir porque no solamente en la actualidad hay mujeres que se destacan por estos grandes atributos, a quienes aplaudo y les tengo mi respeto y admiración.
Por otro lado, la base de una sociedad, la familia (considerada la principal institución que reproduce la “estructura patriarcal”), también está siendo corrompida por estos colectivos o mejor, ciber-colectivo de mujeres en red. En primer lugar, ya no tienen en mente al “hombre de casa”, lo consideran un macho opresor que pertenece a un patriarcado que las explota, las vuelve indefensas y a quien no deben ser sumisas, a ver… Estamos en pleno siglo XXI, un hogar es llegar a acuerdos entre dos personas, nadie es dueño de nadie, pero detalles como la atención a su pareja, la construcción de planes juntos y el poder “codearse” profesionalmente con “el hombre de la casa” funciona, pero para ello se necesitan mujeres que en vez de salir a atacar, construyan y se preparen no solamente en la academia sino en valores. Ahora bien, aquí también hay que dejar en claro que toda manifestación de violencia psicológica y física no se debe permitir, debe ser rechazada y denunciada, pues de aquí han surgido fenómenos tan aberrantes como el feminicidio; referente a este último si quiero contarles una situación que me sucedió al buscar la definición del concepto en internet (miren hasta dónde hemos llegado) pues según la ONU, el feminicidio es el “asesinato de una mujer por el hecho de serlo, el final de un continuum de violencia y la manifestación más brutal de una sociedad patriarcal”.
Segundo, bajo el lema de que “no se nace mujer, sino que se llega serlo”, las feministas reclaman lo que consideran una identidad perdida y pretenden liberarse, mediante acciones como poder decidir sobre su cuerpo, incluso si se trata de asesinar al ser humano que han concebido. Y, si como profesan que sus bases vienen de autoras como Simone de Beauvoir, entonces, estoy segura que ni siquiera han leído “El segundo sexo” o “La larga marcha”, porque entonces caerían en cuenta de su error, pues esta autora afirmó que engendrar o amamantar no constituyen actividades, sino que son funciones naturales; por tanto, ¿el hecho de estar embarazada no sería algo natural en su cuerpo como mujer? De mi parte, digo ¡no al aborto! Porque es un milagro de vida y, nosotras como mujeres, hemos sido privilegiadas al ser elegidas para concebirlo.
Así mismo, el tercer aspecto bajo el cual las feministas tienen que cuestionar no sólo la cultura occidental sino la organización cultural en sí misma, incluso la propia organización de la naturaleza, lleva a actos tan vergonzosos como los sucedidos en México el 28 de septiembre de este año, en el cual una mujer policía fue víctima de bombas molotov arrojadas por el Bloque Negro que participaba en la marcha a favor del aborto, ¿no dicen ustedes que las mujeres deben estar unidas? Pues, le hicieron daño a alguien de su mismo género, bueno, aquí otra discusión, porque también encuentra este colectivo más de un género. Otro ejemplo, se dio en Bogotá el 1 de octubre, donde organizaciones feministas se unieron para marchar en contra del abuso policial, la violencia machista, patriarcal y de género por parte de la Policía de la capital; si ustedes observaron las imágenes eran mujeres que no superaban en su mayoría, los 20 años de edad, ¿dónde están los padres de estas máquinas que solamente repiten lo que escuchan en redes sociales y medios de comunicación? Lamentable.
Bueno, de mi parte les aclaro feministas: ¡ustedes no me representan! Han querido destacar el papel de la mujer y lo único que han hecho es humillarnos. Ustedes han sido las violadoras de la maravilla que significa ser mujer. Prefiero el feminismo que componen todas aquellas mujeres cabeza de familia, berracas, que han sacado a sus hijos adelante con gallardía, a las dueñas de empresas que han encaminado proyectos con su preparación profesional, a las damas que guardan la feminidad al vestir, hablar y actuar y, a todas aquellas mujeres que celebran los triunfos de otras, que no tienen envidia y prefieren trabajar en equipo con su mismo género o también hombres, para sacar adelante una sociedad.